sábado, 21 de enero de 2012

AURA O LAS VIOLETAS


Aura o las violetas es una novela corta. En una nota introductoria «A los lectores», el autor anuncia que «no es una novela con fin moral, ni con intriga, ni con fin social o religiosos, con lo cual se coloca de manera explícita en contraposición al estenicismo oficial de la Regeneración. Está narrada en primera persona por el propio protagonista, cuyo nombre no se revela, y quien al comenzar el relato tiene catorce años de edad. Aura, por su parte, es una niña «vaporosa y bella, soñadora y triste». Viven en dos estancias contiguas cercanas a la ciudad y retozan por prados y jardines; pero un día el joven debe partir para iniciar sus estudios. La víspera se encuentran en el sitio preferido de sus juegos infantiles: un campo ameno sembrado de grandes árboles y cubierto de violetas. En el momento de la despedida, Aura, de rodillas, sobre aquella alfombra de violetas, pálida como un cadáver, bañada en llanto» , promete corresponder eternamente al amor del joven. Al día siguiente éste parte y al pasar al frente de la casa de Aura «una mano blanquísima asomó tras la cortina» para entregarle un ramo de violetas 
.
Transcurren tres años y el joven regresa al hogar con la ilusión de realizar sus amores. Aura es ya una mujer, pero su comportamiento ha cambiado; ante su amigo se muestra indiferente, evasiva, despectiva. Transido de dolor y despecho, el protagonista se da a la tarea de investigar las causas de aquel cambio. El padre de Aura ha muerto. La estancia está a punto de pasar a manos de un acreedor. Aura, su madre y sus hermanas se ven amenazadas por la miseria. El acreedor, sin embargo, solicita la mano de Aura y promete desistir de la acreencia. Esta, para salvar a su madre y hermanas, decide aceptar.

Cae el protagonista en profunda depresión. El día del matrimonio, afiebrado y delirante, se presenta en la iglesia dispuesto a impedir la boda. Pero los novios se han anticipados cuando el joven llega ésta ha finalizado. Al salir de la iglesia, Aura alcanza a verlo entre los curiosos y siente un vahído, señal, para el amante frustrado, de que todavía lo ama. Después de algún tiempo, una noche se cruzan en una función de teatro, Se miran y el lenguaje de los ojos enciende la pasión. Entonces él decide suicidarse: redacta un largo poema en el cual repite, en versos endecasilabos, la historia de su vida y de su amor, y cuando está a punto de llevar a cabo su resolución la madre lo salva. Es tan duro el golpe para ella que cae enferma, A la frustración amorosa y al intento de suicidio, el joven debe ahora sumar la enfermedad de la madre.

Decide escribirle una carta a Aura, pero ésta contesta que ya no puede haber nada entre ellos: es una mujer casada y siempre respetará a su esposo. Los sentimientos y emociones expresados con frases de un romanticismo recargado se acumulan. Una tarde recibe un mensaje del esposo de Aura. Acude lleno de expectativa: «Allí estaba ella, vestida de negro, alumbrada por cuatro cirios»  y rodeada de violetas: había muerto consumida por el dolor. El joven la acompaña al cementerio y, al anochecer, cuando los deudos se han retirado, abre el féretro, abraza y besa en la boca a la muerta, flora sobre su frente, corta una de sus trenzas, le coloca una corona de violetas y la devuelve al ataúd.

JOSE MARIA VARGAS VILA




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